A medida que la campaña de vacunación contra la COVID-19 se ha intensificado en los últimos meses, se habla mucho de conseguir alcanzar la inmunidad de rebaño antes de finalizar el verano, pero, ¿sabemos realmente que es la inmunidad de rebaño?
La inmunidad de rebaño, también llamada inmunidad colectiva o inmunidad de grupo, es un fenómeno que se observa en una población cuando parte de ella se ha hecho inmune a una enfermedad y se interrumpe la cadena de contagios entre sus individuos, generando una forma indirecta de protección contra la enfermedad. La inmunidad se puede adquirir bien por haber pasado dicha enfermedad o bien por haber recibido la vacuna contra la misma. Sin embargo, la OMS apoya la postura de lograr la inmunidad colectiva mediante la vacunación, no permitiendo que una enfermedad se propague en un grupo demográfico, ya que ello daría como resultado que se presentaran casos y defunciones innecesarias.
En las enfermedades que se transmiten de individuo a individuo es más difícil mantener una cadena de contagios cuando una gran parte de la población es inmune. Cuanta mayor es la proporción de personas inmunizadas, menor es la probabilidad de que una persona vulnerable, es decir, una persona sana y no inmunizada, entre en contacto con un individuo infectado y llega un punto en que las probabilidades de propagación de la enfermedad son tan bajas, que se considera que esa población ha adquirido inmunidad de grupo.
Las personas inmunizadas actúan como una especie de cortafuegos para la expansión de la enfermedad, ralentizando o incluso evitando la transmisión de la misma a otras personas. De este modo, las personas vulnerables quedan protegidas indirectamente por las personas inmmunizadas. Sin embargo, para que este método sea eficaz, sólo se puede dejar sin vacunar a una pequeña proporción de la población. En estos casos, se considera apropiado dejar sin vacunar a aquellos que no pueden recibir las vacunas debido a la edad, las condiciones de salud u otros factores a una condición médica como una inmunodeficiencia
Sin embargo, ¿qué factores determinan dónde se encuentra ese umbral de población a inmunizar?
El principal factor es el número básico reproductivo, R0, de la enfermedad. Este número representa el número de personas a las que una persona infectada puede transmitir la enfermedad o el número de casos secundarios que cada caso primario genera en promedio (durante el tiempo que es contagioso). Pero el número básico reproductivo puede variar en función de factores tales como el cumplimiento de las medidas de distanciamiento social o la proporción de nuevas variantes circulantes. Así, el umbral de inmunidad de grupo puede variar entre diversos países o incluso regiones dentro del mismo país.
Matemáticamente, el umbral de inmunidad de grupo (punto en el que la proporción de individuos vulnerables en una población es lo suficientemente bajo para la transmisión de la enfermedad) se define por la fórmula 1 – 1/R0, lo que implica que cuando más transmisible sea una enfermedad mayor será la proporción de personas que deberá ser inmune para bloquear la transmisión de la misma. Así, para la COVID-19, se ha estimado un R0 de 3 (2,5 a 3,5), por lo que la aplicación de la fórmula implica que el 67% de la población debería estar inmunizada. Además, como la eficacia de las vacunas no es de 100%, supone mayor proporción de personas que deberían completar el esquema para alcanzar la inmunidad de grupo.
El objetivo marcado para conseguir la inmunidad de grupo se sitúa en el 70% de vacunados. Ahora bien, esta cifra no es tan precisa como pensamos. Cada vacuna posee un porcentaje de efectividad distinto, algo que no hay que olvidar, y si además tenemos en cuenta que una parte importante de la población; niños y adolescentes, aún no han sido vacunados, para llegar a ese umbral de inmunidad, el porcentaje podría alcanzar el 90%.
Por otra parte, alcanzar la inmunidad de grupo no significa que los brotes vayan a desaparecer por arte de magia. El número de contagiados se reducirá, pero las transmisiones seguirán produciéndose. De igual forma, la aparición de nuevas variantes más contagiosas que las anteriores puede alterar el R0 de la enfermedad, por lo que el umbral establecido para lograr la inmunidad de grupo también variaría, más si tenemos en cuenta que la eficacia de las vacunas frente a nuevas variantes puede diferir considerablemente de la eficacia frente a la variante original.
Entre los epidemiólogos parece existir una certeza clara: el virus no desaparecerá. Aunque la vacunación llegue a gran parte de la población mundial, dado que el virus es extremadamente contagioso, siempre encontrará la forma de aprovechar cualquier vulnerabilidad. De hecho, numerosos expertos científicos han anticipado que llegará a ser un virus estacional, que se transmitirá en invierno como sucede con la gripe. Al final, el virus se volverá endémico, pero poco letal.
Pese a todo lo expuesto, la inmunidad de grupo se ha convertido en nuestra principal arma para acabar con la pandemia.
De todo lo anterior se deduce la importancia de realizar un seguimiento de la inmunidad de la población, y por tanto, de si la vacunación está siendo efectiva para lograr dicha inmunidad. Para ello, ya se cuenta con herramientas analíticas fiables y rápidas, como los test rápidos de detección de anticuerpos que de una forma rápida y competitiva permiten hacer un seguimiento de la población inmunizada, como el que BIOLAN HEALTH incluye en su porfolio de productos.